El Lado femenino del fútbol. Este es mi análisis, mi forma de ver el fútbol, siempre con la camiseta bien puesta.

Siempre he pensado que los grandes jugadores no son sólo esos que brillan por un talento especial, si no aquellos que hacen que todo el equipo brille, de esos de los que poco hablamos pero que disfrutamos dentro del terreno de juego. Yo conozco a uno de ellos, uno que ama a mis Tuzos tanto o más que yo, si alguien que a pesar de todo siempre será Tuzo, hoy les hablaré de Jaime Correa.

Un medio de contención lleno de sacrificio y técnica, gran compañero y amigo, maravilloso ser humano, para él, Pachuca es su casa, todos los Tuzos su gran familia. Titular indiscutible a lo largo de su carrera, nos demostró que nada se consigue gratis y que el trabajo constante te permite alcanzar cada una de tus metas.

Sabemos que nuestro equipo ha pasado por altas y bajas, sin embargo los grandes hombres son aquellos que permanecen con su equipo en las buenas y sobre todo en las malas, Jaime Correa es sin duda ejemplo de eso, armador del equipo, Jaime siempre se ha mostrado comprometido con la escuadra hidalguense.

Ganó con Pachuca un sinfín de títulos, entre sus logros encontramos: una Copa Sudamericana (2006), la Copa de Campeones de la CONCACAF (2002, 2007 y 2008) y una Superliga (2007); en torneos nacionales obtuvo 4 títulos de liga con el equipo (2001, 2003, 2006 y 2007).

Desde su llegada a la ‘Bella Airosa’ en 2001, demostró su gran talento y tras 9 años deja la institución que fuera su casa para formar parte del San Luis, afortunadamente los años lo traerían nuevamente a casa, su experiencia era fundamental y es por eso que en 2013 es invitado a regresar con el equipo. Tras un periodo corto se despide nuevamente de casa para seguir haciendo lo que ama, jugar fútbol.

Bien dicen que los alumnos talentosos deben llegar o superar el nivel de sus maestros, hoy nuevamente Correa es parte del Pachuca; actualmente ya no defiende los colores dentro del terreno de juego, sin embargo es parte de ese selecto grupo que defienden los colores desde afuera de la cancha, quienes día a día trabajan para conseguir logros en conjunto.

Es por eso que los grandes ídolos no son solo aquellos que brillan en lo individual, si no aquellos por los que un grupo de jugadores se convierten en un equipo, ese hombre que con trabajo discreto pero constante hace que todos brillen en conjunto y que se consoliden. Eso faltaba en Pachuca, eso que por un tiempo perdimos y hoy estamos recuperando, esa identidad por el Club, ese amor por los colores…

Porque Pachuca no es solamente un equipo de fútbol es una forma de vida